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¿ Y si diésemos un paso más?

Tal vez ha llegado el momento de dar un paso más, de afianzar o consolidar los cimientos de nuestra democracia, primando la voz y voto de los ciudadanos por encima de las artimañas postelectorales, que elección tras elección, ya sea municipal, autonómica o general, acaban otorgando el bastón de mando a quien a pesar de poder asirlo con legalidad, flaquea en cuanto a la legitimidad que le permitiría apoyarse en él con fuerza.

Ejemplos hay de todos tipos y colores, así que de entrada que cada uno se mire el ombligo, porque de inocentes pocos o muy pocos. De ahí que pudiendo ponerse de acuerdo, de querer y pretenderlo nuestras señorías, para cambiar las reglas de juego, no se muestren muy proclives ninguno de ellos a hacerlo.

Un paso adelante

En mi opinión el paso adelante que nuestra sociedad necesita, radica en implantar en todos los comicios electorales lo que se conoce como una segunda vuelta electoral. A ella llegan los representantes de los dos partidos más votados, permitiendo a la ciudadanía posicionarse a favor de uno u otro, o a abstenerse si ninguna de las dos opciones son de su agrado.

La principal ventaja de esta fórmula electoral, utilizada por numerosos  países como: Francia, Portugal, Brasil, Austria, Rumanía, Chile,…es que, de entrada, cercena las posibles tretas postelectorales de los partidos, primando la intención de la mayoría de la ciudadanía, como  debería ser siempre, al par que permite un mayor apoyo y legitimidad al vencedor o vencedora de los comicios.

Vamos, que aleja los tejemanejes postelectorales, que acaban viendo la luz a caballo entre la dilatación extrema de las propias ideologías y la visita al reino de los pactos “antinatura”.

Algunos ejemplos

De tenerlos, los tenemos, a patadas, lamentablemente. En mi caso sin ir más lejos y sin salir de Cataluña, Artur Mas, en dos ocasiones, o Inés  Arrimadas, en una, fueron las personas más votadas por la mayoría de los catalanes, obteniendo finalmente la mayor de las frustraciones al no conseguir formar gobierno en sus respectivos comicios.

Y a mi entender, estos pactos postelectorales tan afianzados entre los partidos políticos no deberían producirse con la naturalidad, o tremenda jeta, con la que se llevan a cabo. Hacerlo, conlleva, y creo que sus señorías no son del todo conscientes de ello, un incremento paulatino de la desafección política además de una extrema complicación a la hora de elegir papeleta por parte de cualquier ciudadano, pues uno ya no piensa únicamente en elegir a quien más afinidad le merece, sino a cómo va éste a jugar posteriormente sus cartas de votos, de no conseguir una mayoría absoluta, como es habitual en la actual variopinta paleta de colores.

No entraré en otras comunidades ni en las generales porque, repito, que cada cual juzgue sus propios actos, y no solo cuando el viento sopla a favor y les conviene. Pero sí me pregunto cuanto tiempo deberá transcurrir para que nuestra democracia dé, a mi modo de ver, un paso adelante primando la elección de la mayoría de la sociedad; de las personas que acuden a ejercer su derecho a voto convencidos de que la palabra dada, las proclamas discurseras, los compromisos electorales, y, ya puestos, la honestidad deseable, seguirán perviviendo más allá del Día de la Papeleta.

Tal vez de ser así, nuestra historia reciente habría ido por otros derroteros, ¿verdad?. O algo más recientemente, ni el uno tendría que aguantar tanto y tanto, ni el otro tener que sobrellevar el peso de la frustración del ganador malogrado.

Como ciudadano me tienta iniciar una ILP ( iniciativa legislativa popular) para pedir un cambio en nuestra legislación electoral que permita lo que reivindico, pero como jurista, soy consciente de que esta ley orgánica vigente desde el 1984 ha sido una y otra vez ignorada, inadmitida, o si se prefiere, únicamente capaz de conseguir cuatro de sus proposiciones en más de cuarenta años. Sobran comentarios.

Quizá, y aprovechándome de una de las mayores grandezas de los artesanos de palabras: la imaginación literaria, en alguna de mis futuras novelas hablo del candidato o la candidata que llegó a ser Presidente del país tras salir victorioso en una segunda vuelta. Emocionante, ¿verdad?

¿ Y tú, qué piensas?

www.javiercorrea.com

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