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¿Sociedad contemporánea?

Pienso que…el problema de estirar mucho el adjetivo contemporáneo, como estamos haciendo, puede llevarlo a perder la frescura que poseía en un inicio.

El adjetivo contemporáneo debería tener una fecha de caducidad, por más que parezcamos empecinados en abusar de él sine die, no sé si por pura vagancia ( a tenor de su inicio, allá por el 1789), o por ofuscación intelectual, que sería aún más deleznable.

Cada etapa de la historia puede ser cualificada como contemporánea por los integrantes que la conforman, y siendo así, cabría preguntarse qué generación fue la primera en no admitir ese calificativo para señalar el período concreto de su presente.

Y la propia historia nos responde que no fue ninguna de las propias generaciones que iban entregándose el testigo del tiempo, con más o menos amor y fortuna, sino que, se debió al análisis de las generaciones ilustradas posteriores; quienes, estudiando los sucesos que marcaron cada etapa de la humanidad, decidieron apresarla con los adjetivos: prehistórica, antigua, media, moderna y contemporánea.

También hay historiadores que prefieren hablar de etapas: preindustrial, industrial, precapitalista, modo de producción esclavista…en lugar de las citadas anteriormente.

Pero la pregunta,  a mi entender, radica en saber si ahora nosotros seremos capaces de no ir dejando día tras días nuestro tiempo en el saco llamado contemporáneo, aunque solo sea para evitar el epíteto reiterativo que poco, o nada aporta al momento presente.

Nuestra sociedad actual, sí y contemporánea claro, está siendo marcada por cambios lo suficientemente importantes como para plantearse estrenar un nuevo adjetivo más acorde con los acontecimientos que estamos viviendo.

El sociólogo Zygmunt Bauman hablo de Sociedad Líquida (¿Edad Líquida?), y estoy en total sintonía con él. La liquidez de la que hablaba Bauman es fácilmente identificable con los pilares de la sociedad, la religión, la política y la economía actual, y lamento que el concepto no haya arraigado con más fueza, como merecería, aunque también celebro que al no hacerlo, la sociedad haya dejado abierta la esperanza a poder refutarlo.

Algunos historiadores hablan de la época actual utilizando los términos: Sociedad del Conocimiento, Sociedad Red o Sociedad de la Información, si bien, al igual que con el adjetivo líquida de Bauman, no parece haberse impuesto ninguno de ellos con firmeza, entre el común de los mortales.


Son varios, a mi entender, los nominados a llevarse el Óscar al adjetivo más representativo de una sociedad que viaja a la velocidad de la luz siguiendo la brújula de un norte random de vientos bursarios y fake news de marca blanca:

• La irrupción de la tecnología y un desarrollo competencial de la inteligencia artificial sin precedentes (encomendémonos cada uno a nuestros santos esperando que los robots sean misericordiosos con su creador o…),

• La multiculturalidad e interculturalidad social y los variopintos prismas en los que toma forma.

• La exponencial fuerza de La Redes Sociales (de la Primavera Árabe a la última reacción  que ha provocado la muerte del médico chino Li Wenliang) que vaticino, irá perfeccionando la asunción y consecución de sus objetivos, cada vez más ambiciosos, con el paso del tiempo.

• Las grandes incógnitas (por no escribir amenazas) que sobrevuelan el horizonte: el cambio climático, el sobrante de mano de obra de un mundo robotizado, la ceguera de las noticias máscaras, o el conflicto moral de una vida eterna, entre otros (añadan ustedes a voluntad propia).

• Y también, sin duda, las grandes esperanzas: la Renta Básica Universal que permitirá el fin de la esclavitud laboral ( y me refiero al intercambio de horas por salario y no a la autorealización de Maslow), la fusión de la inteligencia biológica y artificial que conllevará un salto inimaginable, o el conocimiento de como funciona el cerebro, que nos permitirá despedir enfermedades como el Alzheimer (añadan también ustedes tantas como quieran).

Todos estos numerus apertus, a mi entender, son acontecimientos que justificarían que el portavoz de un Consejo Mundial de Sabios, empezara a plantearse jubilar ya al período llamado Edad Contemporánea, por otro más apropiado con las circunstancias actuales, y… tal vez, a partir de ahí, poder empezar a tomar consciencia del grano de responsabilidad irrefutable que cada uno tiene, con la elección del nuevo adjetivo calificativo.

Ustedes ya me entienden.

¿Y tú, qué piensas?

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