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Los Estados Unidos de la Sociedad Europea

Pienso que… el efecto rueda de hámster en el que, quien más o quien menos corremos sin saber del todo hacia donde vamos, podría definir en parte la sensación experimentada durante estos últimos meses.

El esfuerzo numantino compartido por la sociedad con la sensación de no llegar a ningún sitio, que es peor que llegar al lugar equivocado, nos sumerge en un marasmo del que no es fácil salir ni de la mano del más ingenuo optimismo. Pero debemos hacerlo.

Este empeño diario por lidiar con una nueva situación económica, un problema de salud o una decisión inesperada sacada de la chistera del protagonista de turno, parecen conjeturarse para echarnos a patadas de ese estado que un día llamamos, con cierto tono peyorativo: zona de confort, y hoy pensamos en él con añoranza.

Motivos para hundirnos en las actuales arenas movedizas a nivel individual, nos sobran, aunque incidir más en el tema lo considero innecesario, sobre todo, sino es para hurgar con el ánimo de sanarlas. Solo compartiré que deberíamos recordar que de toda experiencia se puede obtener un aprendizaje, por más oculto que lo muestre el momento.

A nivel general, en el que sí quiero entrar, echo en falta un liderazgo más acusado de la Unión Europea y un hartazgo colectivo de una política a borbollones que deja poco margen a la confianza. Se ha demostrado que dejar a cada estado, comunidad o región, hacer la guerra por su cuenta, no ha dado el mejor resultado para combatir una pandemia sin fronteras. Y sin compartir la raíz de la que beben sus formas, China ha dado un buen ejemplo de cómo afrontar el problema. Quizá es lo mínimo que podía hacer habiendo originado el virus. No me hagan definir originar que me ponen en un compromiso.

Considero que llegado el momento presente, necesitamos sin dilación una Unión Europea fuerte, capaz de unificar criterios e imponerlos, llegado el caso, asumiendo las consecuencias (a todos los niveles) que ello conlleve.  Ha llegado el momento de ser generosos y ceder competencias estatales para conseguir formar los Estados Unidos de Europa. Esta es mi carta a los Reyes. Por cierto, abriendo un margen: lamentable que nuestros pequeños se queden sin la esperada cabalgata. ¿Podríamos hacerlo peor, señorías?

La globalización económica y la capacidad para hacer frente a unos problemas globales (entre los que además del virus o el cambio climático, remarco, a mi entender, el más peligroso de todos: la automatización intuitiva, de la que habla Mac Kroupensky) debería acelerar la cesión de competencias por parte de los estados miembros, paralelamente al incremento de una democracia más directa y participativa por parte de la sociedad que la conforma. Procedimientos jurídicos para llevarlo a cabo, existen y son conocidos por todos. Así que, haciendo de la propuesta el eje del argumento, rectifico: mejor llamarlo: los Estados Unidos de la Sociedad Europea.

He leído y escuchado en medios de variopintos colores, que estamos a merced de la generación de los peores políticos de nuestra joven democracia. Es posible, aunque considero que hablar sin lidiar con los problema es más sencillo que hacerles frente, por tanto, no azuzaré más el fuego no vaya a ser que me consuman las llamas.

El virus nos ha paralizado nuestro día a día, momentáneamente, sin duda, pero el peligro puede agudizarse, o no, cuando el juez dé el pistoletazo de salida. Y seamos optimistas, la bala tiene tantas ganas como nosotros de salir disparada ( aunque sea de fogeo).  El riesgo será que nos pille despistados, escuchando el disparo cuando el resto de atletas ya estén corriendo, o no tener el taco de salida correctamente ubicado para impulsarnos con fuerza. Y no me vale aquello de  conformarse con ver que el competidor de la actual calle número 1 parece empecinado en autolesionarse durante sus estiramientos.

Sigo pensando, y lamentablemente con más tozudez que coherencia, que esta crisis no tendrá la forma de U que tuvo la anterior del 2008, sino una forma más similar a una V (rápido descenso y recuperación) Y no me aferro a mi intuición por las cifras económicas que acaban de publicarse afirmando que en el último trimestre hemos crecido como nunca. ¡¿Cómo?! Claro, si usted pierde un 30 por ciento y luego incrementa un 15%, no hace falta ser estadístico para darse cuenta de que no se ha recuperado. Me puede aquí mi parte docente para ilustrarlo con un ejemplo:

La economía del país ANIMADO,con un PIB anual de 1000€ (hagámoslo fácil), cae un 30% durante los dos primeros trimestres, debido a la actual pandemia. En el tercer trimestre crece un 15 % (de 700€, claro) y por tanto se queda en un PIB de 805€. Teniendo presente estas cifras, ¿alguien puede decirme qué hay que celebrar si hemos pasado de un PIB de 1000€ a uno de 805€? Hombre, señorías, pueblo sí, tontos, lo justo.

En definitiva que el PIB de España creció un 16,7% es cierto, sí, pero que es una noticia macroeconómica positiva, no, porque ese porcentaje supone recuperar el 59% de la caída. Ahora bien, mejor un 16,7% que un 15%, evidentemente.

En fin, veo que estoy apretando las teclas con más intensidad que al inicio de este Pienso que…así que para no venirme arriba, ha llegado el momento de dejarlo, no antes, sin glosar lo que considero importante:

  • Intentemos sacar el mayor aprendizaje de este momento de suspense porque cada día que pasa falta uno menos para reiniciar la carrera de nuestra vida.
  • Pongamos nuestro taco en el sitio correcto para salir con impulso ( no relacionen exclusivamente impulso con dinero; uno puede salir de este trance más fortalecido habiendo aprendido a valorar el placer de las pequeñas cosas, y eso también es salir con un nuevo y fuerte impulso)
  • Pregúntense si no habrá llegado el momento de formar parte de los Estados Unidos de la Sociedad Europea, para hacer frente con mayor garantía a unos retos medioambientales, económicos y sanitarios que no conocen fronteras.

 

¿ Y tú, qué piensas?

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