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Festival de Eurovisión 2023

Pienso que …en España nos va la marcha. Y, teniendo presente los tiempos que corren, y entre ellos, la horda de ciborgs de inteligencia artificial procesando millones de algoritmos por segundo que llegan levantando polvo a lo lejos, es la mejor actitud que podemos tener.

Así que, de entrada y, para empezar, olé por nuestra marcha y por nuestra representante en el festival.

Ahora bien, lo de que nos va la marcha, como a nadie, tiene un análisis algo más profundo, algo más propio de las horas de resaca en las que te preguntas: ¿no sería el whisky de las copas de garrafa? Y entonces, aprovechando esos minutos de insoportable lucidez, llegan las incómodas preguntas a nuestro cerebro sin que tengamos aún la energía suficiente para echarlas a patadas.
¿No estaremos presentando hoy en el Festival de Geopolíticoeconómicainternacional, también conocido como Festival de Eurovisión, a una versión 2.0 de nuestra querida Remedios Amaya? ¿No estaremos, sin pretenderlo, apagando el “duende” de una gran artista que se merece triunfar en la música por tablas, garra y talento?

Espero y deseo que no. Primero por simpatía y respeto con Blanca Paloma, y después, por todos los que, año tras año, nos emocionamos viendo actuar a nuestros representantes en uno de esos «momentos-milagros» en los que somos capaces de dejar de mirar el móvil unos minutos.

La apuesta de este año es tan peculiar, diferente, arraigada y arriesgada al mismo tiempo, que no la veo capaz de conformarse con el punto medio de la balanza, sino más bien decantarse hacia el esperado éxito o el temido batacazo. Y escribo batacazo, porque el fracaso solo es para quien no lo intenta, y eso no es, para nada, el caso de ella.

He de confesar que en mi familia hubo quien se decantó de inmediato por la canción de Blanca Paloma y quienes, entre los que me cuento, a pesar de reconocer su peculiaridad y encanto rompiendo cánones musicales a golpe de quejío y braceo, la vimos con hechuras musicales algo dispares a los patrones de Eurovisión. Y es ahí, precisamente ahí donde reside el encanto de nuestra apuesta: presentar algo originario y único. Algo genuino, ni más ni menos.

Para alimentar la esperanza de estas horas previas, quiero recordar que no fue menos rompedora la propuesta de una joven Massiel, con una sílaba (la) y una minifalda poco vista en la época. Así que, si en aquel entonces una mujer con voz, clase, estilo, garra y belleza, se abrazó a la sílaba «la» para alzarnos al éxito, ¿por qué no hoy, la voz, la clase, el estilo, la garra y la belleza de Blanca Paloma, no iba a conseguirlo abrazada a su «eaea»?

Yo, hoy y ahora, estoy convencido de que va a lograrlo.

¡Blanca Paloma, haz que el Eaea de tu nana salga de tu alma con tanta fuerza que, más que dormir, despierte y encandile a Europa!

 

 

Som-hi!
Goazen!
Imos!
¡Vamos!

 

 

 

 

¿Y tú, qué piensas?

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