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Buscador, trovador o afortunado

Pienso que… hay tres tipos de suerte, de menor a mayor intensidad, en cuanto a la implicación que conlleva del sujeto agraciado: la del afortunado, la del trovador y la del buscador.

La suerte del afortunado.

Entiendo por fortuna, y por tanto a la propia del afortunado, a aquella suerte que es imprevisible, sorprendente, aquella capaz de aparecer en la vida de una persona de repente.

Ejemplos hay variopintos, pero la ejemplificaré alejándome de la atracción pecuniaria, refiriéndome a la de la persona que encuentra a su pareja ideal en el día y lugar menos pensado. Hay quien lo llama amor a primera vista, o utiliza otros eufemismos con los vocablos flechazo, Cupido o naranja, como protagonistas.

No creo que a lo largo de la vida abunden los actos de fortuna de pura esencia, así que pienso que vale la pena exprimirla hasta la última gota en caso de toparnos con ella.

La suerte del trovador.

Entiendo por trovador, la persona que trova, del verbo transitivo trovar: encontrar o hallar, actualmente algo en desuso, aunque por mí que no sea.

En este caso la implicación de la persona agraciada es necesaria, aunque no en un grado de suma intensidad, como si requiere la suerte del tipo siguiente.

La aparición de esta suerte, vamos a llamarla de segunda clase, ya no es de la pureza de la primera, a pesar de ofrecer un mejor sabor y apariencia. La persona que celebra haberle tocado la lotería, ha debido comprar antes un número, o como mínimo, aceptar el regalo del Aladino de turno que por su vida se ha paseado.

Adjunto un link interesante, si algun@ se ha preguntado alguna vez que les ocurre a una parte de los afortunados (https://preahorro.com/finanzas-personales/los-ganadores-de-la-loteria-cuanto-tardan-en-perderlo-todo/)

El trovador ha encontrado la suerte, a mi entender, porque, por poco esfuerzo que le haya supuesto, ha salido a encontrarla. La insistencia puede ser clave, desde luego, pero sigo pensando que el porcentaje de esencia de suerte del trovador, continúa siendo bastante importante.

La suerte del buscador.

En la suerte del buscador, si bien continúa habiendo algo de pureza en su sustancia, esta irá empequeñeciéndose a medida que el trabajo de este vaya abriéndose camino sin prisa pero sin pausa.

Todos tenemos en mente la derecha ganadora (izquierda en su caso) de Nadal, o la habilidad mozartiana con la que Lang Lang recorre el teclado arriba y abajo, o las inmortales pinceladas de Goya, y de Velázquez y de Van Gogh, o las perennes historias de Dickens, de Cela, o de Shakespeare, o…por escribir algo más reciente: la habilidad de un Sainz (el mayor, en este caso) sorprendiendo a propios y extraños con su forma de acelerar y coger el volante, después de practicar él, y los anteriores, durante miles y miles de horas a diario.

Y más allá de excelentes profesionales famosos, quiero citar también a los cientos de miles de profesionales anónimos que, día tras día, buscan rodearse de suerte: la de la enfermera que ama su trabajo y hoy saldrá más tarde conversando con el paciente que sabe que mañana será pasado, la de la profesional maestra que comprende la mala actitud del alumno que reclama la atención que en su entorno familiar no encuentra, o la del despistado lampista que olvidó enviar la factura a aquellos pobres ancianos, tras ver la opulenta riqueza que abrazaba sus últimos días.

Y la de tantos y tantos otros, tan anónimos como necesarios.

Esos, todos, son buscadores de su suerte; y van tras ella, día tras días, con sumo descaro.

El trabajo, la perseverancia y una dosis de confianza que refleje en el espejo una figura de tu misma talla, son el tipo de suerte que todo buscador, más temprano que tarde, encuentra en su vida.

¿Y tú, qué piensas?

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