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Bendito aburrimiento

Pienso que…cada vez va a ser un reto mayor llegar a las beneficiosas lindes del aburrimiento. Y reflexiono en ello, y lo escribo para compartirlo contigo porque no veo a niños en ese estado ni durante el infinito letargo vacacional escolar.

Y no nos conviene. No en los tiempos que estamos, y mucho menos en los que ellos estarán.

Recuerdo hace años, en un curso de esas prestigiosas escuelas de negocio que cobran lo que no está escrito para que al colgar el título que te dan vayas con sumo cuidado, que, en una de las más interesantes reflexiones que nos propusieron, nos preguntaron:

¿En qué continente creéis que hay los niños más creativos del mundo?

Cabe decir que Europa y América del Norte ( tan sobradas de recursos, ¿verdad?) se llevaron el gran grueso de respuestas, incluso por quienes no habían nacido allí, pero no.

La respuesta, imposible de borrar por el impacto que nos causó, era la de los niños del continente africano. Y la imagen en sí, era la de una caja de zapatos sin tapa, con dos agujeros en cada uno de los laterales más largos, por los que se metía un alambre que, en su interior, formaba una U (simulando las patas de un jugador), y en los dos lados más cortos tenía un pequeño agujero en el medio (porterías) por el que con el tino del infante que hacía mover el alambre de un lado, o el otro, se colaba la piedrecilla (pelota).

Exacto, un futbolín.

Algo así, más (con tu imaginación) o menos (con mi destreza)

Tras la emoción, la reflexión/ejercicio cooperativo, consistía en averiguar las razones que llevaban al continente que tenía los infantes más creativos del mundo, a convertirse en el pedazo de planeta donde se daban el menor número de patentes empresariales.

Evito las reflexiones, no os preocupéis, seguro que tenéis mejores argumentos de los que podría aportaros. Lo importante para mí es la fórmula que en aquel momento estalló en mi mente, sin llegar a darle vida con mis labios. Digamos que me la quedé para mí egoístamente, sin imaginar en ese momento (ni con siete cubatas bailando por mis venas) que unos cuantos años más tarde, quedaría reflejada en mi página web de escritor.

                              Creatividad = aburrimiento + imaginación – recursos invalidantes

Aburrirse es el preludio de un momento sublime de imaginación. Nadie en su cabal juicio soporta un sinfín de minutos u horas, incluso, soporíferas.  Llega un momento que el propio hastío te empuja a hacer algo,  y ahí es cuando puede o no, aparecer toda tu imaginación.

No lo hará si tu hija se limita a volver a mirar el móvil para ver la última e interesantísima foto o el reel que alguien ha colgado en las redes. Por ejemplo, ¿habéis visto ese emocionante vídeo en el que aparece un perrito Golden retriever adivinando donde está la bolita, para espanto y ruina de todo trilero, salvo para la de su amo que se está forrando con el aburrimiento colectivo? ¡Brutal, eh!

Tal vez te preguntes, que es un recurso invalidante, y siendo así, no se me ocurre mejor respuesta que tirar de mi oficio de escritor. Así que…

       — Papá, ¿crees que con esas cuatro pequeñas botellas que tenemos en el contenedor de plástico podríamos hacer un tren?

       — ¿Te gustan los trenes, hijo? ¿Desde cuándo? — pregunta sin apartar la vista de la pantalla del móvil.

        — Desde siempre papá. 

        — A sí…vale, pues…espera que acabe de mirar esto y vamos a comprarte uno. El que tenga el circuito grande, pero lo montas tú eh, que yo no tengo paciencia con las piezas.

Ahí tienes un ejemplo de un doble recurso invalidante:

  • uno respira y lleva en su tarjeta bancaria más dinero que neuronas en mente, y
  • el otro va a empezar a dar vueltas sin parar, conectado a la corriente, para volver a aburrir al pequeño a partir de la quinta, o sexta vuelta.

Por tanto, reitero e insisto en que no deberíamos preocuparnos, o yo al menos no lo hago cuando mi hijo pequeño me dice que se aburre, y aunque no suene muy bien leerlo de corrillo, no lo he hecho con ninguno de los tres. Por su bien, claro.

Así que más que preocuparte por ver a tus hijos, sobrinos… aburridos, deberías celebrarlo y ayudarle a potenciar su fuente de imaginación, no convirtiéndote en un recurso invalidante, y tal vez así de mayor pueda ser una persona capaz de aportar algo que cada vez se va a valorar más en el mercado laboral: la imaginación. La imaginación que permite a una persona ver e ir más allá de lo que otros no son capaces de imaginar.

Y no me digas ahora que con la inteligencia artificial, o su famoso esbirro el ChatGPT, se acabó el imaginar, porque ellos ya pueden imaginar más y mejor que los humanos, porque no es del todo cierto. Pueden crear a base de millones de algoritmos, que entrelaza a una velocidad supersónica, desde luego. E incluso fruto de esa acción aportar un nuevo producto, desde luego. Pero ¿podría hacerlo sin disponer de esa inmensa e inagotable base de datos?

Pues eso.

Un respeto a Julio Verne y sus discípulos, por favor.

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