Pienso que…no hay grito más estridente que un silencio prolongado.
Me pareció de una creatividad sublime el concierto de silencio compartido, que tantas salas de fiestas dieron ayer en señal de protesta por todo el tiempo que permanecen cerradas, vetando, obligadas, sus puertas a la música, al baile y a la alegría de los conciertos.
Por todos ellos, mi pequeño tributo como escritor, tirando de un género: la poesía, en el que tuve la suerte de tener una gran maestra: mi abuela materna.
Por ella, por ellos, por vosotros.
Oda al silencio
Silencio, que a veces me llamas de lejos,
y a veces te oigo, y te veo y te siento.
Silencio, que a veces me llamas de cerca,
y a veces te ciego y te odio y te niego.
Silencio, que permaneces a mi lado,
alegrándote si al reir te ignoro, te zarandeo, te hiero.
Silencio, que miras, escuchas, y entiendes,
y me abrazas cuando al llorar te llamo y te tengo.
Silencio que dices ser eterno,
sin alzar la voz del alegre quejido ni el triste deseo.
Silencio que dices ser eterno,
pues al llegar te oí y al partir te seguiré oyendo.
Silencio que tanto amo, cuando me busco por dentro,
aléjate de las melodías de los bailes al viento.
Silencio que tanto amo, cuando en mí te encuentro
marcha de las salas de fiestas y festejos.
Silencio, silencio, silencio, no hagas de tu presencia un concierto.