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Y cuando el Covid-19 pase…

Pienso que…una vez tengamos la vacuna contra el Covid-19  y tras el merecido homenaje a los diferentes héroes sociales que han sostenido el país, necesitaremos una vacuna y un antibiótico social de proporciones considerables.

La vacuna

Partiendo del concepto médico de vacuna: como organismo microbio o virus inactivos, el paralelismo, a mi entender, con el momento histórico que atraviesa la joven Unión Europea (U.E), no puede ser más apropiado.

Microbio, porque la U.E  parece estar empequeñeciéndose , y no solo por el affaire Brexit,  que también y sin duda, sino sobre todo al compararla con el resto de zonas geopolíticas de influencia planetaria, como los ya emergidos China e India, sin olvidarnos de los Estados Unidos de siempre o el resurgir de la Rusia de Putin.

La U.E debe ser capaz de aprovechar la complicada tesitura a la que nos ha llevado el Covid-19,  para dar un golpe sobre la mesa del tablero internacional. Sabe que va a tener que endeudarse como nunca, comprando, a interés cero y un plazo infinito, el gran incremento de deuda pública que van a generar buena parte de sus países miembros; y debe hacerlo sin titubeos, cuidando como nunca su lenguaje verbal y no verbal o kinésico, para que a ningún receptor económico ( los de orejas de fondos de comercio) ni bursátil ( los de orejas de sensaciones) le pase por la cabeza enterrar a la vieja Europa antes de tiempo.

Japón, la tercera economía del mundo, es el país con la mayor deuda pública. Y sí, ya sé que buena parte de esa deuda está en manos de sus propios ciudadanos, pero también sé que cuando el país emite deuda la cola para comprarla llega hasta Marte.

El Banco Central Europeo debe jugar muy bien esta partida de póker, porque en un mundo megaconectado como el actual, cualquier nimio descuido o paso en falso, puede ser utilizado por las hienas que cercan hambrientas nuestro querido y, por muchos motivos, envidiado continente, para sacar tajada. Ya lo dice el refrán: a perro flaco, todo son pulgas.

El antibiótico

Según la medicina los antibióticos son: sustancias producidas por hongos y bacterias que impiden el crecimiento de microorganismo patógenos. ¿Y esos microorganismos patógenos pueden ser la hambruna o la pobreza, por ejemplo? Yo diría que sí, sin dudarlo, y sin aprovecharme del uso abusivo de las metáforas permitido a los escritores.

No estábamos preparados. Por más que Bill Gates dedicó diez minutos de su vida en una conferencia T.E.D a avisarnos del peligro inminente de un virus letal de consecuencias planetarias, nadie, de los que debían escucharlo, le hicieron el mínimo caso. Tal vez si hiciera filigranas con una pelota, lo habríamos tomado más en serio. Pobre Bill.

Su profecía me lleva a pensar en ese atentado ciberterrorista planetario, que casi todos vaticinamos, proveniente de la Deep Web, que desconectará al planeta, con vete a saber qué macabras intenciones, y que tal vez, en la mente de quienes tienen la responsabilidad de avanzarse a los acontecimientos, solo sean imaginaciones insustanciales de escritores y guionistas. Confío en que no, en que no acertemos en el presagio, quiero decir.

Si a la vacuna la he llamado U.E, al antibiótico lo llamo: R.B.U ( Renta Básica Universal). Porque, a mi entender,  la pregunta no debe ser elegir entre la vida y el trabajo, como últimamente escucho en diferentes medios de comunicación para justificar el actual confinamiento, sino, dándole a la vida la mayor importancia que merece, situar debajo de ella a una premisa convertida en dogma; a saber: a más consumo, más riqueza; a más riqueza, más medios; a más medios, más educación y más sanidad y más becas de investigación y más…de todo.

¿Alternativas a este mundo de economía capitalista con tintes sociales, más o menos pronunciados?

Yo, sinceramente no las veo, aunque no niego que pueda haberlas, sin que ello conlleve regresar a ese original socialismo que durante décadas prometió llevarnos a las puertas de un idílico comunismo y acabó cediendo el paso deliberadamente.

Y sí, fijándome más al detalle, y excluyendo las llamadas terceras vías económicas (como el distribucionismo), diviso filosofías incipientes, cercanas a un modus vivendi más contemplativo y cooperativo, que respeto y con las que comparto algunos de sus postulados, pero que me cuesta ver alimentando a ocho mil millones de habitantes y, sobre todo, calmando la ambición de querer prosperar económicamente de buena parte de sus habitantes.

Por tanto, a mi entender, ese antibiótico llamado R.B.U, debería proteger a las personas a lo largo de toda su vida, y hacerlo con  todos aquellos que acrediten dificultades para vivir dignamente. No deberíamos conformarnos con pruebas piloto como la que realizó Finlandia y acabó antes de tiempo, ni permitirnos que pazca sine die entre las bienintencionadas propuestas de Davos.

Los diferentes estados y organizaciones internacionales, como la Unión Europea, deben permitir a todos sus ciudadanos una vida decente, sin grandes lujos pero digna (un escalón medio en la Pirámide de Maslow, para entendernos) y capaz de permitirle desarrollar sus potenciales como persona y, desde el punto de vista económico, continuar aportando su grano de arena para generar riqueza. Sabemos que el índice de propensión al consumo, a nivel porcentual, es bastante mayor entre las personas que ingresan sueldos medios, que entre las que ingresan grandes fortunas.

Si la pregunta es: ¿cuánto costará mantener esa Renta Básica Universal? La respuesta debería ser prácticamente nada, al estar hablando de un producto: el dinero, hecho de algodón o de plástico, como en Australia o México, o de números encriptados,  como los del Planeta Bitcoin. Y si la respuesta gira en torno a la temida inflación, entre otras objeciones, preguntémonos : ¿qué habría pasado si durante la crisis originada por Lehman Brothers en 2008, los jubilados españoles no hubieran recibido sus pensiones? ¿Cuántas personas emancipadas tuvieron que regresar a sus habitaciones de infancia? ¿Cuántas personas tuvieron que reducir su consumo, incluso estarse de pequeños placeres como tomarse un café, consiguiendo un efecto domino negativo para la economía?

Y avancemos unos años, muy pocos, no crean: ¿qué pasará cuando la inteligencia artificial sea capaz de realizar la mayoría de actividades productivas de manera más eficiente y a menor coste que la de un ser humano? ¿Aparecerá el Covid-666 y nos llevará a todos por delante? ¿Y en medio de todo este embrollo, tiene sentido el hablar de ampliar la edad de jubilación, si lo de que se tratará no será de querer, o no, seguir trabajando, sino de conseguir un trabajo, aunque sea por proyectos puntuales? ¿Alguien duda de lo rápido que germinan las revueltas entre las penosidades sociales?

La Renta Básica Universal debe ser aprobada con criterios óptimos y particulares. Porque, a mi entender, por universal no hay que entender a todo el mundo sin más, sino a todo el mundo necesitado sin más, y el matiz es importante, y porque también hay que contabilizar el coste que generan anualmente, las acciones, algunas delictivas, que puede llegar a cometer una persona sin recursos para su mera supervivencia: coste policial, presidiario, jurídico…sin olvidar la evasión de impuestos de la economía sumergida.

En definitiva, me preocupa, como a todos, que se encuentre cuanto antes la vacuna que sesgue el protagonismo que el Covid-19 ha cobrado en estos días, pero en un después inmediato, cuando el Covid-19 nos preocupe tanto como un leve constipado,  habrá que poner sobre la mesa la vacuna y el antibiótico que va a necesitar la sociedad del siglo XXI.

Y a pesar de todo, como les comenté a mis alumnos, en un artículo basado en irrefutables estadísticas, la evolución de la humanidad seguirá mejorando la vida de la sociedad en múltiples facetas, por más difícil que sea creerlo en medio del charco de arenas movedizas que estamos atravesando.

¡Hagámoslo posible entre todos, con el ánimo bien alto!

¿Y tú, qué piensas?

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