Termino de leer Sombras de niebla, que nos conduce de manera magistral a finales de los 80 invitándonos a viajar de España a Francia y a África.
Todo comienza cuando Carlos decide poner tierra de por medio dejando su hogar arrepentido por no haber sabido dedicarles el tiempo que merecen a su mujer e hija, Elena y Laura. Sin dejar más que una carta de despedida, una madrugada de octubre abandona su estatus, su vida y su confort para, tras pasar a ver a su hermano pequeño Pablo por Lille y hacerle cómplice de la verdad de su huida, marchar junto a una misionera de quien se ha enamorado al Zaire. Pese a todo, Carlos da a Pablo instrucciones a su hermano para así lograr un dinero que poder ofrecer a su mujer sin que ella sepa jamás la procedencia de esa ayuda y una última carta que le deberá entregar pasados 30 años.
La vida en el pueblo, tras su abandono, hará que Elena comience a ver la vida de otra manera, siempre en pro del bienestar de su pequeña Laura, quién no entiende la desaparición de su padre.
Pablo, subido en su inestable noria emocional, es espectador y receptor del mayor secreto que jamás imaginó poseer. Pero es un hombre de palabra y cumplirá con los deseos de su hermano.
Los recuerdos, las vagas noticias, las circunstancias, el amor y un mundo venido a menos harán que los personajes se vean en el epicentro de un terremoto emocional que logrará poner en jaque a cada uno de ellos.
Javier Correa nos ofrece una primera novela repleta de emoción donde los sueños, los anhelos, los recuerdos y el dolor son siempre compañeros de viaje, pero todos ellos mirados desde la distancia del tiempo terminan por ser no más que «Sombras de Niebla».
Gabriel Aura
Escritor
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